LupaProtestante

¿EL JUICIO DE DIOS O EL NUESTRO?

José Ángel Fernández, Reino Unido

Me ha sorprendido recientemente leer en alguna revista cristiana ciertas frases que ponen los pelos de punta acerca del juicio que España está acumulando para sí por parte de Dios. La idea detrás de frases como estas es sencilla, aunque no por ello deja de ser atrevida (quizá demasiado atrevida): yo veo con mis dos ojitos que a mi alrededor suceden cosas que no me agradan, se toman decisiones políticas con las que no estoy de acuerdo, muchas personas deciden actuar de forma que yo considero anti-democrática o incluso anti-cristiana, la moralidad de las personas que viven a mi alrededor no me agrada, etcétera…, y como consecuencia de ello, dado que mi punto de vista equivale al punto de vista de Dios (porque mi punto de vista está basado en la palabra inspirada e infalible de Dios), entonces la única conclusión posible es que Dios debe estar tan ofendido como yo estoy, y por tanto, dado que sabemos que cuando Dios está ofendido produce juicios de terror contra sus enemigos, esta sociedad pronto va a ser juzgada por Dios.

No es tan extraño como debería ser encontrar razonamientos como estos dichos a los cuatro vientos en medios de comunicación públicos, tanto cristianos como no cristianos. Hace unos meses sufrimos inundaciones muy serias en el Reino Unido. Algunas personas fallecieron como consecuencia de estas inundaciones, y miles de viviendas fueron desalojadas. El reverendo anglicano Graham Dow, obispo de Carlisle, declaró sin pelos en la lengua que dichas inundaciones no eran solamente el juicio de Dios en contra del mal uso que los seres humanos estamos haciendo de nuestra creación, sino que también eran el juicio de Dios en contra de la decadencia moral de la sociedad. Algunas de sus palabras fueron:

“Esto ha sido un juicio fuerte y definitivo porque el mundo ha sido arrogante al decidir ir por su propio camino… Estamos segando las consecuencias tanto de nuestra degradación moral como del daño medio ambiental que hemos causado… Estamos en un serio problema moral porque hoy día cualquier tipo de forma de vida ha sido legitimada… En la Biblia, al poder institucional se le llama ‘la bestia’, que se impone para controlar a las personas y su moralidad. Nuestro gobierno ha tomado el papel de Dios al decir que la gente es libre para actuar como quieran [refiriéndose a la reciente introducción de ciertas leyes favorables a la homosexualidad que, según el obispo, minan el matrimonio]… Las distintas regulaciones sobre la orientación sexual son parte de esta permisividad general. Estamos en una situación en la que el juicio de Dios, cuya intención es que nos arrepintamos, puede caer sobre nosotros”

Es cierto que la Biblia nos habla de ocasiones en las que el juicio de Dios cayó sobre una nación o incluso sobre una persona como consecuencia de sus actos inadecuados (quizá de desobediencia). Por tanto, no podemos negar que la Biblia contiene la posibilidad de tales actos de juicio divino (aunque habría hecho bien el obispo de Carlisle en repasar otros textos relacionados con los diluvios en los que Dios menciona que ‘no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio’ (Génesis 9:8-11)). Otra cosa es, sin embargo, tener el poder y la autoridad interpretativa como para mirar a nuestro alrededor y determinar con certeza qué desastres naturales (o enfermedades, o situaciones de tremendo sufrimiento) han sido causados por Dios como actos de juicio en contra de ciertas personas y cuáles no. Al hacer estas interpretaciones a la ligera, corremos el riesgo de convertir a Dios en nuestro matón personal, un matón que ‘decide’ matar precisamente en todas aquellas ocasiones en las que sucede algo contrario a nuestros principios personales de moralidad. No hacemos mal en recordar otras palabras que también se encuentran en nuestras Biblias:

“Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo” (Juan 9:1-5)

El juicio apresurado de los discípulos es detenido al instante por Jesús y sustituido por un acto de cuidado, ayuda y esperanza. Los juicios de muerte, aquellos que salen por nuestra boca con tremenda prontitud, sin ni siquiera pensarlos, son sustituidos por actos de vida. Las murmuraciones y críticas baratas que provocan tremenda oscuridad y soledad en las personas que hemos decidido marginar son sustituidas, en Jesús, por abrazos de luz. Creo que en otro texto se nos invita a ser hijos de luz, si no me equivoco…

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