LP. Pablo García Rubio, España

Desde sus inicios, la Reforma protestante, se preocupa junto con una instrucción religiosa y espiritual a todas las personas de una formación cultural, imprescindible para una auténtica reforma.

En 1520, Martín Lutero exige que en cada pueblo haya una escuela, y que esta esté abierta a la instrucción de las niñas. Asimismo,, la enseñanza de los niños y niñas de las clases populares debe tiene que equipararse a la de los ricos y a la de los nobles.

En Ginebra, Juan Calvino,en 1536, hace que la instrucción pública sea obligatoria para todos, lo cual era extraño en los países católicos, donde la enseñanza estaba reservada a unos pocos, y la ignorancia predominaba por doquier. Así los países protestantes alcanzaron un auge a lo largo de su historia que no lograron los otros países que siempre fueron por detrás a través de los tiempos.

Para la Reforma, la Biblia es la única referencia y autoridad. Por ello cada uno debe poder acceder a ella libremente. Es necesario saber leer y tener un mínimo de cultura para comprenderla. En esta lógica, la instrucción del mayor número de personas es una necesidad y una prioridad para todos los reformadores. La Reforma es en sí misma un proyecto pedagógico. De tal manera que el primer sistema escolar fue creado por Felipe Melanchthon. Este colaborador de Lutero, que se le llama “el preceptor de Alemania” , organiza la formación de maestros, programas, creación de manuales y de numerosas escuelas.

Por otro lado, la teología reformada influye en las concepciones pedagógicas y estimula su evolución.

Ya en el siglo XVI, Mathurin Cordier introduce por primera vez el diálogo maestro-niño, el interés por la vida cotidiana de los niños, el abandono de los castigos, la llamada a los fundamentos de la fe cristiana. Un manual en latín, escrito por este calvinista en 1564, bajo el título de “Coloquios” obtiene un éxito tal que es adoptado, no sólo por las escuelas protestantes, sino también por los maestro católicos (con algunas modificaciones), siendo reeditado hasta el sigloXIX. Igualmente, “Los Diálogos sagrados” (un compendio de la Biblia) escrito por Sebastián Castellion en 1543 en Ginebra, fue reeditado durante tres siglos.

El gran humanista checo Jan Komensky, conocido como Comenius, teólogo y pedagogo, poco conocido en España, a pesar de su fama mundial en la mitad del siglo XVII. Una de sus obras, “La gran didáctica o el arte universal de enseñar a todos, todo” (1567), expone su visión global de la enseñanza al establecer en el desarrollo del niño, los estadios correspondientes a las diferentes capacidades de adquisición: las percepciones sensoriales en la primera infancia; de seis a doce años, la imaginación y la memoria; entre doce y dieciocho años, el razonamiento por el aprendizaje del latín, y finalmente la inteligencia y la voluntad en la Universidad, desde los dieciocho a veinticuatro años. Concede una gran importancia al estudio de las lenguas y de la naturaleza, y sobre todo, introduce la imágen, el teatro, la participación activa de los alumnos… ¡quiere una escuela alegre!

En los siglos XVII y XVIII se realizan numerosas innovaciones por pedagogos protestantes famosos: el inglés John Locke, inspirador de Jean-Jacques Rousseau, aproxima la enseñanza de la vida real de los niños y añade la educación moral y la higiene; el alemán Johannes Bernhart Basedow introduce los trabajos manuales, los juegos, las “clases de naturaleza”, la vida en grupo; Joachim Heinrich inventa la literatura infantil; el suizo, Joham Heinricch Pestalozzi pone al día (entre otros) un programa de formación personal; en Francia, el pastor Alsaciano Jean Georges Stuber escribe un “Alfabeto metódico” utilizado por varias generaciones e inventó la biblioteca de préstamo.

A finales del siglo XVII, Jean Fréderic Oberlin, otro pastor alsaciano, cuyo museo y escuela todavía persisten, y hace dos años tuve el privilegio de visitar, con motivo de los Museos protestantes de Europa, su obra famosa en el mundo entero, se debe a la importancia que da al cuerpo: Introduce en la escuela la educación física, los juegos, el cultivo del campo las salidas al campo, las excursiones para conocer mejor los medios donde viven los niños. Juntamente con Louise Scheppler es el iniciador de los jardines de infancia.

En el siglo XIX, la calidad de la enseñanza en Alemania, Holanda, Suiza, Inglaterra, y países protestantes es ,con mucho, superior a la que se ofrecía en países católicos como Italia y España que habían quedado rezagadas, aunque meritorios esfuerzos por mejorar la enseñanza en nuestro país lo realizaron Giner de los Ríos con la Institución Libre de Enseñanza.

En esta situaciones caóticas de España, donde faltan escuelas, el analfabetismo alcanza niveles alarmantes, y cuando a finales del Siglo XIX y principios del XX llegan misioneros extranjeros crean junto a las nuevas comunidades colegios que alcanzan, a pesar de la oposición clerical, gran renombre, ya que traen la pedagogía reinante en Europa.

Famosos han sido varios colegios, entre los que destacamos el “Instituto Internacional” fundado y dirigido por el matrimonio Gulick. Primeramente en Santander en 1877, trasladándose más tarde a San Sebastián. En esta escuela la enseñanza va dirigida a las señoritas españolas para que tengan una preparación intelectual y espiritual, que les permita independizarse y ganarse la vida a la misma altura y posibilidades que los hombres. El hecho de que las mujeres estudiaran y se presentaran en el Instituto oficial para examinarse fue una verdadera revolución en su época. Algunas de ellas terminaron licenciándose en Letras y Ciencias Farmacéuticas.

El pastor Albricias inicia también las escuelas de Rubí, pero al ser desterrado dejará las escuelas bien asentadas y concurridas, cuya labor proseguirían otros pastores. El pastor Albricias se estableció, después de un período en Madrid, en la ciudad de Alicante, fundando su famosa “Escuela Modelo”, ejemplo de enseñanza progresista, no sólo en esa ciudad sino en toda España. Esta escuela perdurará hasta el comienzo de nuestra lamentable guerra civil.

En Madrid, el pastor Federico Fliedner fundará el colegio “El Porvenir”, juntamente con una residencia para niños huérfanos. Este colegio perdura hasta el día de hoy. Estos colegios eran medio gratuitos, ya que las familias pobres accedían sin ningún pago. Los protestantes españoles desde el principio se preocuparon por la enseñanza y la cultura a todos los niveles siendo fieles a los principios de la Reforma de preparar personas idóneas para el país.

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