LP. Reynaú O.Santiago Marroquín, México
I. Lectura bíblica:
“Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré. Y se levantó Jonás, y fue a Nínive conforme a la palabra de Jehová. Y era Nínive ciudad grande en extremo, de tres días de camino. Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos. Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”. Jonás1 3: 1- 5, 10.
“La primera persona en contarme la historia de Jonás fue mi madre. Con una inmensa calma y mirada profunda de sus pequeños ojos, inició la historia, aquella noche fresca, alumbrada por un candil, sin televisión y sin ningún aparato electrodoméstico. Sus palabras eran entendibles. Me contó, que un hombre llamado Jonás, bajito de estatura, de piel morena, cabello largo y colocho2, juguetón y bromista3, sintió que Dios le hablaba a su corazón. En ese entonces, los que vivían en un pueblito llamado Nínive, no se llevaban entre sí, eran peleoneros, envidiosos, ambiciosos, robones4, malos, injustos; los hijos no respetaban a sus padres y los esposos eran muy violentos con sus esposas. Dios no quería que ellos vivieran así. Por eso, un día, Jonás sintió en su corazón que Dios quería que él fuera a ese lugar para decirles que: “Dios no estaba de acuerdo con todas sus maldades y que era tiempo que cambiaran su forma de ser para vivir mejor”. ¿Y sabés5 qué hizo Jonás hijito? El muy vivo, quiso tomarle el pelo a Dios. En lugar de ir a Nínive, se subió a un barquito que iba a Tarsis. Pagó un tostón de pasaje, se sentó en un banquito de madera, y muy campante va silvando6 una canción. ¡Ese Jonás! Creyó que era fácil burlarse de Dios. No se imaginó “el gran ventarrón”7 que deladearía8 el barco. Todos los que iban en el barco no querían morir. Sintieron mucho miedo. Jonás sintió que lo que estaba pasando era por su culpa. Entonces pidió que lo arrojaran al mar. Los marineros obedecieron y tiraron a Jonás al mar. Por allí nadaba un pez grandote y hambriento que puuumm tragó a Jonás. Estando en el vientre del pez, Jonás reconoció su desobediencia, le pidió a Dios le diera otra oportunidad para ir a Nínive a predicar el mensaje. Dios escuchó la petición de Jonás haciendo que el pez lo vomitara y volviera nuevamente a la vida…”
Esa noche fresca, al compás del canto de los grillos y de la quietud nocturna, mi madre concluyó: “Hijito, ¿ves como Dios quiere que vivamos en paz y que su mensaje es para que todos los seres humanos nos llevemos bien? Eso quería con los habitantes de Nínive. Eso es lo que le mandó predicar a Jonás. Casi treinta años después, logro percibir que, en la historia de Jonás, contada por mi madre, lo más importante no era el pez que había tragado a Jonás, sino el amor de Dios a un pueblo desobediente.
II. Comentario pastoral:
La historia del profeta Jonás es la más conocida de todos los demás profetas. ¿Quién no ha oído hablar de aquella ballena que tragó a Jonás? ¿y de la misma ballena que vomitó a Jonás después de cierto tiempo? El libro ha sido la inspiración de evangelistas conquistadores que los impulsa a cristianizar pueblos y culturas que, según ellos, viven sin Dios, hundidos en el paganismo.
Ya desde el siglo IV, Gregorio Nacianceno, sugería que la historia de Jonás9 no debía entenderse al pie de la letra, sino más bien como una narración de ficción que transmite un cúmulo de enseñanzas, que al ser tomadas en cuenta, producen una armonía integral en la vida.
Una clave de lectura que nos ayuda a entender el mensaje del libro de Jonás10 es la mención que se hace de Nínive: capital del imperio Asirio a partir de Senaquerib. Ciudad alegre que confiaba en sí misma, que decía en su corazón: “Yo, y nadie más”.11 “No representaba al mundo pagano en cuanto tal, sino a los opresores de todos los tiempos. A ellos debe dirigirse Jonás para exhortarlos a la conversión…ésta es la única perspectiva válida para entender la obra”.12
El libro de Jonás puede leerse a partir de dos momentos. El primer momento inicia con la expresión: “Vino palabra de Jehová a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mi”13La base del mandato divino es la situación de maldad de los ninivitas. Ante la ordenanza divina hay una cierta reacción de Jonás; en lugar de ir a Nínive, toma otro camino.
El segundo momento inicia cuando Jonás reconoce su desobediencia y la necesidad de ir a Nínive. Una vez más encontramos la expresión: “Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: Levántate y ve a Nínive”.
Los personajes principales que encontramos en el segundo momento son: Dios, Jonás y los ninivitas. Ambos, entran en escena. El Dios de la historia dirige su palabra a un ser humano, o más bien, le hace sentir su palabra en todo su ser. La orden es: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que te diré”. Levantarse (heb. qüm) implica movimiento e integración a una realidad de vida. Uno de los sentidos del texto es que, al levantarse Jonás e ir a Nínive, no era para hacerse cómplice de la maldad de ellos, más bien, para proclamar el mensaje de Dios.
En este segundo momento vemos una actitud diferente de Jonás a la del primer momento cuando Dios le dio la misma instrucción. Aquí, Jonás se levanta y obedece a Dios, yendo a Nínive, ciudad grande, de tres días de camino. Conforme iba entrando a la ciudad, Jonás predicaba: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida”. El contenido de su mensaje suena catastrófico. La reacción de los ninivitas, desde el más grande hasta el más pequeño, fue inesperada: “creyeron a Dios, proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio”. El versículo 10 describe lo práctico de la creencia en Dios: “se convirtieron de su mal camino”.
El relato del capítulo tres tiene cuatro elementos básicos: la intervención de Dios ante la maldad del pueblo, la obediencia de Jonás de ir a Nínive y proclamar el mensaje de Dios, el arrepentimiento de los ninivitas, y el arrepentimiento de Dios. “Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo”.
Dios conoce la maldad de los pueblos, los planes perversos y destructores. Su voluntad es que, cada integrante del pueblo, se convierta de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos14. Esta conversión, propuesta por Dios, se logra en el momento en que cada uno reconoce su maldad y se dispone a transformarla y convertirla en bondad para vivir en comunión con Dios, consigo mismo y con los demás. Ese es el contenido del mensaje de la predicación de Jonás, además de “hacer patente el amor de Dios; amor que ama, que perdona, que transforma, que reconcilia, y que produce arrepentimiento en el mismo Dios”.
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1 En hebreo “paloma”.
2 Cabellos chinos.
3 Me imagino que la razón por la que mi madre describió así a Jonás fue porque yo, su hijo, era juguetón, bromista, berrinchudo y me hacía del oído sordo cuando me pedía algo.
4 Expresión que equivale a “ratero”.
5 Pronunciación típica de las comunidades.
6 Expresión que equivale a “chiflar”.
7 Expresión que equivale a “tempestad, viento fuerte”.
8 Expresión que equivale a “llevar por ambos lados”.
9 Casi hay un consenso en que el Jonás del libro es el mismo de II Reyes 14: 25; Jonás hijo de Amitay, que actuó durante el reinado de Jeroboán II (784- 787). El libro de Jonás es lectura obligatoria en la fiesta del día de la expiación (yom kippur).
10 Es un breve relato construido como una novela corta que contiene varios elementos típicos de la reflexión post- exílica. Se exalta la universalidad de Dios, el reconocimiento de los extranjeros, la misión de llamar al arrepentimiento a todos. Nestor Miguez/ Pablo Andiñach. Manual de Introducción al Texto Bíblico. Educab: Idedet. Buenos Aires. 1998. Pág. 72.
11 Sofonías 2: 15.
12 José Luis Sicre. Profetismo en Israel. Verbo divino: Estella. 2003. Pág. 356.
13 1: 1 ss.
14 Jonás 3: 8.