LP. Eduardo Delás, España

¿Pero qué es esto? ¿Cómo es posible que la violencia y la muerte se impongan de un modo tan atroz? ¿Quién es capaz de parar esta “sangría”? Quiero suponer que estas son las legítimas preguntas que golpean sin piedad la conciencia colectiva ciudadana. Pero la pregunta de las preguntas es ésta: ¿Nos importa? ¿Queremos hacer algo para que las cosas cambien? ¿Hay voluntad de movilización a favor de la paz? Lo digo porque, para determinadas cuestiones en defensa de la vida los ciudadanos, particularmente los cristianos, hemos sido capaces de echarnos a la calle de un modo multitudinario para protestar y hacer oír nuestra voz en nombre del Dios de la paz y de la vida.

¿Dónde están ahora las iniciativas a favor de un mundo sin violencia y sin guerras?

¿Por qué no aparecen en este momento esas multitudes que clamaban contra leyes injustas que atentaban contra la vida?

¿Es la ley de la guerra algo diferente?

¿Dónde están los hombres y mujeres capaces de dar la cara ante los gobiernos proclamando que otro mundo es posible?

¿Es la nuestra una moral “selectiva” que “cuela el mosquito y traga el camello”?

¿Cómo podemos mirar a otra parte dejando que el poder de la fuerza se imponga sin piedad?

¿Dónde está el poder de la paz? ¿Son invisibles los que la defienden?

Los muertos siempre los pone el pueblo. Y el pueblo ¿ No somos todos? Españoles, palestinos, israelíes..

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