LupaProtestante

MI PARTIDO NO ES DE ESTE MUNDO, DIGO, MI REINO (y III)

Julio Iraheta Santos, El Salvador

Por demás está decir que nuestra realidad salvadoreña y su historia está plagada de la opresión de los poderosos sobre los pobres, y que cuando ha habido voces proféticas que se han levantado a denunciar el pecado social, económico y político, han sido silenciadas mediante cárcel, tortura, persecución, destierro y asesinato. La sangre de los profetas asesinados en nuestro país, todavía clama por justicia desde la tierra.

Entendido así todo este asunto, Señor, necesitamos de tus luces, para no ser engañados en nuestro contexto salvadoreño, y saber reconocer la ausencia o presencia de tus señales, en el mensaje religioso o político de todos aquellos y aquellas que vienen pregonando bienestar con fines electorales, que dicen que defenderán las libertades democráticas, cuando ellos o ellas las violan a su antojo y conveniencia, que demagógicamente mienten y mienten aprovechándose de la ignorancia de las mayorías, de sus angustias por la sobrevivencia, del condicionamiento reflejo a que han sido sometidas generación tras generación, para que tengan una visión de país light, para ser escapistas o encerrarse en el inmediatismo, para temer que les sea quitada su religión domesticante, y que es el mundo democrático representativo quien les ha dado esa libertad, y que por lo tanto deben votar hoy, mañana y siempre por los que son guardas de su conciencia, y que no permitirán que sufran ninguna tribulación, ninguna persecución por motivos de culto religioso.

Al respecto es interesante lo que afirma George H. Warnock, ya citado, en su libro “¿Quién eres tú?”: “No creamos, ni por un momento, que la razón para que nos sintamos bien y para que estemos contentos es porque formamos parte de una democracia. Lo que ocurre es que CARECEMOS DE LA GLORIA DE DIOS, QUE ES LO QUE ATORMENTA A LOS OBRADORES DE MALDAD. Por ahora, la gente tolera nuestras marchas apáticas y nuestras protestas y las ve como la manifestación de un derecho democrático, pero cuando llegue ese DÍA -el del Señor- se desatará la persecución. Y entonces, comenzará el juicio de Dios, mientras Su palabra brota como Espada afilada del corazón de los pobres de espíritu y de los desvalidos, de los que han sufrido el rechazo y la humillación.” (El subrayado y el entre guión es del escritor) Y si esta cita es de un cristiano del primer mundo, dónde quedamos nosotros en nuestro tercer mundo, donde la famosa democracia representativa apenas es un remedo, y donde así como allá, según aplicamos las palabras de Warnock, no somos molestados en estas democracias representativas, porque somos cristianos light engañados por el sistema.

No mostramos tu luz ni compartimos tu sal, sino que lo que ofrecemos es propaganda de nuestro propio reino religioso, a ver quien convence más, quien hace más prosélitos, por supuesto usando tu nombre, y corriendo así el riesgo, de que si no estamos centrados en ti con nuestra vida y testimonio, y Tú no te manifiestas en nosotros, nos apliques tus palabras registradas en Mt.23:15, acerca de recorrer mar y tierra para hacer un prosélito, el cual podemos hacer doblemente hijo del infierno más que nosotros y nuestra mercadotecnia religiosa, sirviéndole así de soporte ideológico al sistema, sistema donde predomina la muerte ideológica de los pobres, para que el pobre se haga más pobre y el rico se haga más rico. Como cristianos light no queremos tu evangelio de cruz, y hacemos oídos sordos a las palabras de Pablo, cuando dijo que “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos al reino de Dios” Hch.14:22.

En estos lares salvadoreños, nosotros los cristianos quizás nos hemos olvidado o nunca lo hemos considerado que la libertad de culto, en un sentido esencial, no es el mundo político religioso quien lo da, sino que lo da Dios mismo. Recordemos lo que por boca de Moisés y Aarón dijo a Faraón: “Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto.” Ex.5:1, palabras que aplicadas hoy día nos indican que ningún Faraón de este mundo político religioso nos puede impedir que adoremos a nuestro Padre en el monte de su Espíritu, en el reino de su Espiritu -monte significa reino-, porque formamos parte de los adoradores que Él busca que le adoren en espíritu y en verdad, y por tal razón, debemos estar libres de todo engaño de los demagogos faraónicos que nos vengan con el cuento de que ellos serán los guardianes que cuidarán nuestra libertad de culto.

El deber de los verdaderos cristianos es el de reunirse para alabar y adorar a su Señor, ya sea que el mundo político religioso lo permita o no. El deber de los verdaderos cristianos es el de no aceptar chantajes políticos religiosos de ninguno de los sistemas de este mundo. Es el Señor quien dispone que le hagamos fiesta en el desierto, entendiéndose la palabra desierto como aquella realidad espiritual, donde los reinos políticos religiosos de este mundo no pueden determinar, ni prescribirnos, si podemos adorar a nuestro Dios o es prohibido hacerlo.

Señor, si tu Santo Espíritu nos ha dejado tu testimonio escrito, donde podemos conocer tu sentir e indignación por el trato malvado de los poderosos sobre los pobres, y si esto nos sirve para diferenciar la mentira de la verdad, en lo que se refiere al mundo salvadoreño religioso político, y sus ofrecimiento para resolver las necesidades de los pobres, Tú esperas, que sin que hagamos un ídolo de la democracia representativa, ni absoluticemos el ejercicio cívico electoral del sistema, ya que el accionar reivindicativo y liberador de los pueblos no se limita sólo a lo electoral, cumplamos con nuestro deber y ejerzamos nuestro derecho ciudadano, dando nuestro voto por aquel partido cuyos candidatos y programas realmente tengan señales de tu reino o anulándolo, si realmente no hubiere un partido, que aunque imperfecto tenga señales de tu reino que fue anunciado a favor de los pobres.

Una pregunta interesante que podemos hacernos es, si en nuestro contexto salvadoreño las mayorías son pobres, ¿será posible que los opresores, que a través de la historia de nuestra nación han tenido sus partidos políticos, para gobernar en beneficio de sus intereses, y que no han cumplido tu justicia con los necesitados, será posible, repetimos, que de un día para otro cambien de injustos a justos, y ofrezcan salarios verdaderamente justos a los trabajadores, no salarios truculentos que realmente son submínimos, que con falacia legal –Hecha la ley hecha la trampa- ellos llaman mínimos? Otras preguntas serían: ¿Será posible que los poderosos realmente promuevan y apoyen programas sociales que reivindiquen al pobre, que sustancialmente disminuyan el desempleo y el éxodo obligado hacia otras tierras, con peligro de morir en el intento? ¿Aceptarán que los pobres tomen las riendas del poder, para forjarse un mejor destino?

Así también se puede señalar la marginalización cada vez más intensa de los salvadoreños y salvadoreñas, y el hundimiento pavoroso en las tinieblas de la extrema pobreza y sus secuelas. Este sistema que padecemos llega al colmo de convertir a los seres humanos en mercancías comprables, y a los que ya no recicla como mercancías para poner a la venta, los convierte en desechos sociales. Este sistema que impera en nuestro país y en la mayoría de las naciones, nos hace reflexionar en Ap.18:11-13, donde se nos habla de la Babilonia imperial romana, cuyo sistema establecido en todo el mundo conocido de aquella época, le permitía comerciar con el alma de los humanos,
y que llegó a su fin por voluntad soberana de Dios. En fin hay tanta cosa que señalar, incluido que el engaño del sistema babilónico actual, nos ha convertido a la mayoría de cristianos -sin distingos denominacionales- en luces apagadas y sal sin sabor.

Tú dijiste a tu Padre y nuestro Padre, que aunque no fuéramos de este mundo no nos quitara del mundo, para que realizáramos en él nuestra función de sal y de luz, y que sólo nos guardara del mal, de Satanás y los suyos. Queda claro que no te referías a ningún escapismo, y que aunque tu reino no es de este mundo, y eso implica que tu partido tampoco lo es, si es que podemos usar la comparación partidaria, definitivamente nos toca ser luz en este tercer mundo salvadoreño, sal en esta tierra sureña de El Salvador, y buscar las señales de tu reino en los anhelos sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos de nuestro pueblo, y caminar con él.

Tú, Señor, fuiste sal y luz en la Palestina dominada por el imperio romano, sufriste las autoridades locales vasallas colaboradoras de la gran Babilonia imperial romana, así como sucede en nuestro medio salvadoreño, que estamos dominados por el imperio más poderoso conocido en la actualidad, los Estados Unidos de Norteamérica, la gran Babilonia presente, con la colaboración de élites y autoridades vasallas locales. Pero así como en el sistema babilónico de tu tiempo, fuiste luz y sal redentiva, y por eso te rechazaron y te llevaron a la cruz, donde coronaste la redención de la humanidad con tu sangre, nosotros debemos dar también testimonio de tu luz y compartir tu sal en este sistema babilónico que nos ha tocado padecer, porque Tú dijiste que si los tuyos callaban, las piedras hablarían y proclamarían las demandas de tu reino de paz y justicia, Lc.19:37-40.

¡Oh! Señor, que tu solidaridad en nosotros sea con los desheredados de este mundo y de nuestra patria, hasta que el mensajero de la séptima trompeta con sus compañeros y compañeras, anuncien que los reinos políticos y religiosos de este mundo han sido sometidos por nuestro Señor y su Cristo, y que no están más bajo el dominio de Satanás, y que Él reinará para siempre con paz y justicia sin límites, Ap.11:15 (La paráfrasis es del escritor).

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