LP. Enric Capó, España

La forma que las asociaciones de ateos de Londres, seguidas por las de Barcelona, han escogido para salir del armario es francamente decepcionante. No se les ha ocurrido otra cosa que estampar en algunos autobuses urbanos la frase publicitaria: PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. DEJA DE PREOCUPARTE Y GOZA DE LA VIDA. La frase huele a naftalina y es más propia de las controversias de principios del siglo pasado que de lo que actualmente vivimos. No queremos negar a estas asociaciones su derecho a darse a conocer y hacer su propia aportación al acervo común. A pesar de que, en principio, viven de negaciones –esto es al menos lo que percibimos los que vivimos al margen de ellas- estamos convencidos de que tienen cosas positivas a aportar a nuestra sociedad. Al menos, nos ayudan a reflexionar sobre el misterio de la vida, del presente y del futuro. Al margen de nuestra confrontación en el pasado, su existencia creemos que ha sido positiva al estimular la reflexión y exigirnos razones para nuestra fe. Por tanto, les damos la bienvenida como hacemos en las reuniones interreligiosas en las que nos encontramos.

Es por todo esto que nos ha decepcionado que no tengan otra cosa que hacer o decir que esta inocua frase publicitaria en los autobuses que muestra hasta que punto han quedado anclados en el pasado y que, para su supervivencia, necesitan de los creyentes. Presuponer a estas alturas que la idea de Dios es un impedimento para gozar de la vida, es estar al margen de la realidad. Para convencerse de que no es así, valdría la pena que se acercaran a los verdaderos creyentes y comprobaran que el encuentro con Dios, no ha sido para ellos una mutilación intelectual, ni una carga que han de soportar, ni un infierno que hay que temer, sino todo lo contrario. Ha sido siempre un motivo de gozo. Ha significado para ellos entrar en una nueva relación con Dios y con los hombres que ha aportado a sus vidas nuevas y hermosas vivencias. Los cristianos hemos encontrado en Jesús al buen pastor que nos conduce por caminos de amor, perdón y reconciliación que traen paz, gozo y tranquilidad a nuestras vidas. Hemos comprobado la veracidad de sus palabras: “¡Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os daré el descanso! ¡Poned mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón! Así encontraréis descanso para vuestro espíritu, porque mi yugo es fácil de llevar, y mi carga ligera.” (Mt 11,28 –BTI). Somos testigos de que esto es así. No necesitamos dejar de creer en Dios para gozar de la vida. La gozamos plenamente, gracias a Dios.

La campaña de los ateos ha llevado a la palestra a los cristianos más conservadores que se han sentido heridos en su sensibilidad más profunda, es decir, en todo aquello que afecta a su fe. Según la prensa, la iglesia evangélica de Fuenlabrada y los e-cristianos han dado a conocer su intención de replicar de forma parecida a lo que consideran un ataque de los ateos. Así, parece ser que vamos a entrar en una batalla de carteles en los autobuses. Por lo que ha trascendido, los evangélicos de Fuenlabrada ya tienen su frase: DIOS EXISTE. SÉ FELIZ EN CRISTO.

Sin pretensiones de pontificar, creemos que entrar en este juego es erróneo. Toda confrontación, sea del carácter que sea, trae malas consecuencias. En el pasado de la Iglesia, tenemos amargas experiencias. Siempre que hemos entrado en confrontaciones, quizás hemos ganado batallas, pero en el fondo hemos perdido la guerra; porque Dios no necesita defensores, sino testigos de su amor y de su fidelidad. Y es a esto que los cristianos somos llamados a ser. La frase publicitaria de los ateos no nos va a hacer ningún daño. Ellos mismos –aunque sea incomprensiblemente- dicen que no va dirigida a los creyentes, sino a los ateos. Aceptemos que esto sea así. Al menos, sólo ellos van a hacerle caso.

Por otra parte, los ateos no son nuestros enemigos. Todo lo contrario. Los hemos de aceptar como amigos con los que convivimos y con quienes nos esforzamos en la construcción de un mundo mejor. Todos tenemos algo que decir y aportar en esta sociedad en la que vivimos. En esta vida que compartimos, nosotros no tenemos todas las respuestas y ellos pueden estimular nuestra reflexión. Tampoco ellos las tienen y el diálogo, al que somos llamados, puede llevarlos a que nos vean bajo una nueva perspectiva. Probablemente, el dios en el cual ellos no creen es un dios en el que yo tampoco crea. Probablemente, la vida cristiana que yo vivo, la ven triste porque no la conocen. Probablemente, en la vida de muchos ateos existe un dios desconocido en el que, sin saberlo, creen; un Dios en el que yo también creo. ¿Dialogamos?

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