LaJornada. Edición del 15 de Octubre de 2007.
En el compendio denominado “Criterios de la arquidiócesis de México en relación con comportamientos inadecuados, principalmente con menores, que pudieran suceder por parte de los clérigos”, el cardenal Norberto Rivera Carrera emitió una serie de recomendaciones a obispos, sacerdotes y diáconos para evitar “conductas que puedan suscitar comentarios negativos de parte de las personas sensatas”.
A los sacerdotes, en específico, les ordenó que “no deben introducir menores en sus habitaciones y no deben pasar sus días libres solos con ellos”, como tampoco éstos “deben pasar la noche en la casa del clérigo”.
También les pidió evitar “conductas imprudentes, como abrazos inoportunos o poco naturales, juegos de manos o caricias fuera de lugar y no deseadas”. Los diáconos, tanto permanentes como transitorios, deben seguir también estas normas, “adaptadas a su familia y situaciones de vida”.
El jerarca católico expuso que los religiosos aprovecharán los recursos de la formación permanente de los sacerdotes para “aprender cada día mejor la forma de tratar a los menores, evitando a la vez el miedo o desconfianza hacia ellos, que redundaría en un alejamiento infructuoso y anormal”.
Resaltó que “dada la seriedad de las consecuencias de una conducta inapropiada por parte de un adulto hacia los niños, los clérigos tienen la responsabilidad de vigilar el buen trato hacia los menores por parte de todas las personas de la comunidad, y siempre procurar el ambiente sano y respetuoso”.
Destacó que “es importante reconocer que el abuso del alcohol u otras sustancias puede llevar a una pérdida de las inhibiciones que evitan normalmente que alguien actúe de manera apropiada”.
El clérigo que “tenga temor de que un hermano pueda estar involucrado en algún comportamiento inapropiado” debe, por mandato del cardenal y por corresponsabilidad pastoral, hablar primero con el señalado y “llevar sus preocupaciones al obispo, quien está comprometido a llevar su formación permanente, o bien al decano”.